Desde la Comisión Directiva de AMSAFE nos pronunciamos en contra de las prácticas de incendio o quema de pastizales nativos y destrucción de los ecosistemas de las islas del Delta del Rio Paraná.
El río Paraná es una de las áreas con mayor biodiversidad de la provincia de Santa Fe y de la República Argentina, con 360 especies de vertebrados tetrápodos, riqueza ictícola de carácter migratoria y otros bienes naturales comunes como leña, paja para techar, plantas nativas y medicinales, etc., bases de una importante economía regional y de subsistencia para muchas poblaciones locales.
Las quemas de pastizales en el delta han afectado notoriamente la vida cotidiana de los pobladores de la rivera del Paraná durante décadas. Sin embargo, en los últimos meses, hemos sido testigos de la expresión más dantesca que hubiéramos podido imaginar. Las islas del Paraná están “en llamas” literalmente, y con ello, se ha devastado el territorio, generando un impacto que somos absolutamente incapaces de considerar, evaluar y cuantificar. Las enfermedades respiratorias y alergias varias producidas por el humo constantemente emitido a la atmósfera, que deteriora el aire que respiramos en poblaciones que se encuentran próximas, en un radio que trasciende los 50 km.; los incontables accidentes de tránsito por la pérdida de visibilidad en rutas, autopistas, vías de acceso, puentes, etc.; el padecimiento, la migración, y muerte de cientos de especies de anfibios, reptiles, aves y mamíferos, constituyen algunas de las consecuencias de esta práctica insustentable, que torna invivible los espacios que habitamos.
La quema es una práctica antigua, importada por colonos europeos, asociada a la ganadería. Consiste en quemar pastizales, obteniendo sus cenizas. La mayor parte del delta se encuentra en zonas húmedas, los brotes tiernos emergen rápidamente en ese sustrato, y conforman en términos productivos, la biomasa de la que se alimenta el ganado.
Con la gran expansión de la frontera agropecuaria y la práctica de una agricultura intensiva basada en el monocultivo de soja, gran parte de la ganadería se vio desplazada y confinada a las islas del delta. Esta práctica ganadera ocupa un nuevo ambiente, completamente diferente y caracterizado por la presencia de humedales que cumplen un extraordinario servicio de regulación de los ecosistemas a nivel regional. Las quemas destruyen los ecosistemas propios de este territorio y la práctica productiva ganadera es exactamente igual a aquella que se llevaba a cabo en otro contexto ambiental.
El sistema de islas abarca una superficie que alcanza los 22.587 km2, se extiende desde Santa Fe capital (pcia. homónima) y Paraná (pcia. de Entre Ríos) hasta El Tigre (pcia. de Buenos Aires). Son los llamados “humedales”, ecosistemas que se regulan mediante períodos de crecidas y bajantes del rio y no mediante el fuego que es una práctica de intervención antrópica, carente de una ética basada en la sustentabilidad.
Las consecuencias del deterioro ambiental al que estamos asistiendo, son múltiples: los incendios, contribuyen al sobrecalentamiento global ya que favorecen la liberación de gases a la atmósfera, principalmente dióxido de carbono, causante del efecto invernadero; determinan de manera irremediable la pérdida de biodiversidad, dado que se ven afectadas la fauna silvestre (el ciervo de los pantanos, en peligro de extinción) y la flora nativa y criolla (palmera pindó, ingá, anacahuita y sauco, entre otras). Por otra parte, se generan procesos de erosión sin precedentes a partir de la degradación o pérdida definitiva del suelo orgánico. El fuego remueve la biomasa verde sobre la superficie, las cenizas y las derivas de las mismas a partir de la dispersión eólica, transforman la composición de suelos, aire y agua. Se trata, sin eufemismos, de un ECOCIDIO.
Por ello, como Asociación del Magisterio de la Provincia de Santa Fe (AMSAFE) y teniendo en cuenta las leyes vigentes y los convenios nacionales e internacionales que promueven el cuidado y la preservación de los ambientes, solicitamos a las autoridades competentes de las distintas jurisdicciones afectadas se expresen urgentemente, aplicando las sanciones correspondientes a los responsables de estas prácticas ecocidas.
Por supuesto, acompañamos en su reclamo a los movimientos sociales y ambientales que exigen retomar el tratamiento de la “Ley de Humedales”, que en dos oportunidades ha perdido estado parlamentario.
Como representantes de los docentes de esta provincia, como educadores que tenemos la responsabilidad de abordar crítica y colectivamente la enseñanza de modelos productivos alternativos opuestos a los que se basan en prácticas hegemónicas y excluyentes, sentimos la imperiosa necesidad de llevar adelante una propuesta educativa ambiental basada en el cuestionamiento decisivo a estos formatos productivos que atentan contra la existencia del planeta.
Hoy, más que nunca, nos necesitamos mutuamente en nuestra rica diversidad y autoorganización para crear resiliencia en tiempos de emergencia y para regenerar la salud y el bienestar.