No fue un descubrimiento, fue una invasión.
No fue conquista, fue genocidio.
La reinstauración por parte del Poder Ejecutivo de la denominación “Día de la Raza” en reemplazo del “Día del Respeto a la Diversidad Cultural” representa un giro significativo en la política cultural argentina. Desde 2010, la modificación hacia “Respeto a la Diversidad Cultural” tuvo un fundamento en reconocer la pluralidad étnica y cultural reflejada en la Constitución Nacional y tratados internacionales de derechos humanos. El retroceso a “Día de la Raza” obvia la complejidad histórica y política de una fecha marcada por procesos de dominación, exterminio y exclusión sistemática de los pueblos originarios. Estos episodios no pueden ser interpretados como simples eventos de encuentro cultural, sino como un entramado de violencia estructurales cuya memoria debe preservarse para evitar la repetición y promover justicia social.
En Argentina, las políticas públicas destinadas a la protección y promoción de los derechos de los pueblos originarios se han venido desarrollando en consonancia con normas nacionales e internacionales que reconocen su preexistencia, identidad, propiedad comunitaria y derechos culturales. La Constitución reformada en 1994, junto con leyes específicas como la 23302 y la 26160, establece los marcos normativos para garantizar la participación indígena y la restitución de sus territorios, además de promover una educación bilingüe e intercultural (ley 26206). Estas políticas son pilares fundamentales para resguardar la diversidad cultural argentina y afirmar la plena ciudadanía de los pueblos indígenas, en un contexto que históricamente los subyugó y marginó.
El debate público en torno a la celebración del “Día de la Raza” suele estar marcado por tensiones políticas y culturales. Los defensores de esta denominación suelen justificar episodios vinculados a figuras históricas como Julio Argentino Roca, cuya campaña militar implicó actos que son considerados genocidio desde la perspectiva de los derechos humanos y el derecho internacional. En contraste, diversos sectores educativos, culturales y políticos sostienen que el 12 de octubre debe ser una jornada de reflexión crítica, no de exaltación a la conquista o colonización. Se promueve su reinterpretación como “Primer Día de Resistencia”, con el objetivo de revalorizar las luchas y sobrevivencias de los pueblos originarios frente a un proceso de dominación violenta que ha marcado la historia argentina y americana en su conjunto
El 11 de octubre ha emergido como un símbolo político y cultural que representa el último día de libertad soberana que tuvieron los pueblos originarios antes de la llegada europea. Desde ese momento, comenzó un período de colonización caracterizado por un genocidio que cobró la vida de millones y la destrucción de numerosas culturas y sistemas de conocimiento. La colonización implicó la imposición de nuevas estructuras políticas, económicas y sociales que afectaron profundamente la relación con el territorio y la identidad cultural. Actualmente, el 11 de octubre se conmemora como un día de resistencia y dignidad, llamando a la defensa continua de los derechos territoriales, el acceso a servicios básicos adecuados, la educación intercultural y la valoración de los saberes ancestrales. Este enfoque es crucial para comprender las consecuencias históricas del colonialismo y fomentar procesos de reparación y reconocimiento que continúan vigentes.
Patricia Hernández Sec. Adjunta AMSAFE
























